Fotografía de estudio de Salvador Plaza Gil, 1er
Escuadrón de Paracaidistas, 2ª Compañía de Cazadores Paracaidistas.
Nacido en Barcelona el
día 19 de septiembre de 1941, ingresó en el Ejército del Aire como voluntario
en marzo de 1960, y llego a la Escuela Militar de Paracaidistas para realizar
el curso básico de cazador paracaidista en abril de 1960. Perteneció al 53º
curso de Cazadores Paracaidistas, incorporándose al 1er Escuadrón de
Paracaidistas de Alcalá de Henares, donde permaneció hasta su licenciamiento en
1962.
Salvador, o salva como
cariñosamente le llamaba, fue uno de esos veteranos que cuando le conocí por
primera vez, me abrió el corazón como si fuera de la familia, siempre con la sonría
y la amabilidad por bandera. No tuvo el más mínimo inconveniente en contarme
todo lo que recordaba de su paso por el Escuadrón de Paracaidistas, lo bueno,
que fue mucho, y lo malo, que fue poco, incluso el mayor momento de tensión de
su vida de paracaidista cuando sufrió el accidente en Barcelona, precisamente
su ciudad natal, durante la exhibición paracaidista llevada a cabo.
Fue ese tipo de
personas con las que te sientes muy cerca, muy a gusto, que sabes que los
recuerdos que te va narrando son recuerdos vivido en primera persona, que según
te los va describiendo es como si los vivieras a su lado, sientes el viento en
tu cara, el movimiento del paracaídas, la tensión de la espalda, el dolor de
las correas que se ciñen en torno a tu carne, la tierra acercándose a ti, y el
golpe contra ella cuando llegas… Salvador fue único contando sus recuerdos, y
como digo, parecía que los vivías a su lado…
Mi querido Salva, hoy
por fin descansas, la maldita enfermedad que iba comiendo tu carne, tus ansias
de vivir puso punto y final el día 1 de abril de 2015, hoy por fin descansas, y
te fuiste con la sonrisa en los labios, con el recuerdo de tus seres queridos.
Gracias Salvador,
gracias por enseñarme, gracias por hacerme heredero de tus recuerdos, de tus
relatos, de tus experiencias, pero sobre todo gracias por tu amistad, que no
tiene precio.
Precioso homenaje. Que encuentre el descanso y el recuerdo emocionado de todos los aviadores en esos cielos azules que tantas veces surcó en su paracaídas. Un fuerte abrazo para su familia y para ti, querido amigo.
ResponderEliminarDon Armando, gracias a ti por leerlo. Salvador fue todo un ejemplo para mí, de ahí el cariño que le tenía.
ResponderEliminarUn abrazo