lunes, 25 de enero de 2016

En el cuartel…

En el cuartel…

La fría nieve no cuaja en los duros rostros de los soldados. Estos marchan impávidos, enérgicos, rígidos. Su paso impone respeto. Sus suelas de goma resuenan en el patio como el poderoso paso de un tanque. Las simétricas formaciones parecen obra de un delineante.

Roncas voces entonan: “Los paracaidistas pechos de muralla…”. El aliento queda congelado fuera de sus bocas de firme trazo.

¡¡ALTO¡¡. El fuerte taconazo hace estremecer los cristales de las compañías.

¡¡ROMPAN FILAS¡¡. Y lo soldaditos de plomo vuelven a ser personas, se encogen, pierden su marcialidad, meten en los bolsillos sus manos llenas de sabañones, y se marchan tosiendo a la cantina buscando el calor de los demás….


Antonio Ballester, 53º curso de cazadores paracaidistas.

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