lunes, 25 de enero de 2016

En el avión…

Los ojos relucientes como los de un perro que olfatea la presencia de la muerte, como los fuegos fatuos. Profundidad, la tierra se ve en plano inclinado, luego horizontal, después vuelve a estar inclinada.
El ruido embrutecedor y monótono de los motores acompañados de una canción:

“Allá, en el aire
nos acordamos
de los amores
del dulce hogar…”

Abajo queda todo; personas queridas, otras soñadas. En el avión solo hay soldados pálidos y sudorosos. Algunos parecen pensativos, ¿es que los soldados también piensan? ¿Qué piensan los soldados?

Antonio Ballester, 53º curso de cazadores paracaidistas


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