Por Blas Vicente y Santiago Guillen.
La
verdad es que resulta increíble con qué poco nos “liamos”, los amantes de la
historia de nuestra aviación, para pasar estos ratos de confinamiento a los que
estamos sometidos y que esperamos duren poco. Como interesados en esta, nuestra
historia aeronáutica, los que suscriben estas líneas, contactamos, al respecto
de la reciente venta (en un conocido “portal de ventas” online), de dos piezas
singulares. Se trata de DOS medallas iguales (o copia), a la entregada a Carlos
de Haya, que le acreditaba como ganador del Trofeo Harmon de aviación del año
1931. Lo curioso del asunto es que sabemos, por Miretxu de Haya (hija de
Carlos) que la pieza original la conserva la familia. Con estos datos, no nos
quedaba otra solución que iniciar una investigación para esclarecer la
aparición de las piezas.
Antes de comenzar,
cabe recordar (pues de esto tratan los artículos que se vierten en este
estupendo blog: de recordar cosas que tristemente hemos olvidado), que el trofeo
Harmon[1] fue establecido en
1926 por Clifford B. Harmon (1866-1945), un acaudalado aeronauta y aviador
americano, pionero en proezas como las que premiaría su trofeo, pues, entre
otras, fue el primero en cruzar en 1910 en travesía aérea, el estrecho de Long
Island, o el que ostentó el récord de duración de globo libre entre 1909 y
1927.
Clifford B. Harmon con sus distintos trofeos. (Fuente:
Internet).
El Trofeo Harmon, o “Harmon
Trophy” llegó a ser uno de los galardones aeronáuticos más prestigiosos del
mundo, sino el que más. Se entregaba de forma anual por la Liga Internacional
de Aviadores o L.I.A. (creada por el propio Harmon tras la Primera Guerra
Mundial). Existían distintas categorías: inicialmente, se trataba de un
conjunto de tres trofeos internacionales, que se otorgaba anualmente a aviador
excepcional, aviadora, y aeronauta del mundo ( globo o dirigible ); a posteriori se creó un cuarto
trofeo, el "Trofeo Nacional", fue otorgado desde 1926 hasta 1938 para el aviador más sobresaliente en cada uno de
los veintiún países miembros de la Liga, y de nuevo desde 1946-1948 en honor a
los estadounidenses que hubiesen contribuido a la aviación. En España, por
ejemplo, dejó de otorgarse el trofeo con el inicio de la Guerra Civil, en 1936.
Fueron varios los
españoles merecedores de tan distinguido trofeo, así que nada mejor que darles
un pequeño homenaje recordando sus nombres y las gestas más significativas que
realizaron, que coinciden, como no, con la llamada década prodigiosa de los “Grandes
Raids”, época en la que las alas españolas escribieron esas grandes gestas
con letras de oro en el libro de la historia de la aviación mundial:
El primero en obtener tan preciado trofeo fue Ramon Franco Bahamonde.
El 21 de enero de 1926, partía de Palos el hidroavión Dornier
Wal, bautizado como Plus Ultra. Su
objetivo era cruzar el Océano Atlántico partiendo de Cádiz, para llegar a
Buenos Aires[1].
El punto de origen fue el puerto de Palos, el mismo puerto desde el que partió
Cristóbal Colón. Franco contaba con la pericia de los tripulantes Julio Ruiz de
Alda y Juan Manuel Durán y el mecánico Pablo Rada. Era un intento más de
conseguir cruzar con éxito el Atlántico de Este a Oeste (a la inversa ya se
había conseguido en cinco ocasiones). En esta ocasión se consiguió la meta. El
raid se completó en siete etapas, recorriendo un total de 10.285 kilómetros en
59 horas y 48 minutos de vuelo. El 10 de febrero de 1926 el Plus Ultra amerizaba en Buenos Aires completando
una hazaña increíble para la época. Franco y sus hombres fueron recibidos como
héroes. Ese mismo año, Franco recibía el premio Harmon, el máximo galardón de
la aeronáutica en aquella época, y no a nivel “nacional”, sino internacional,
pues en ese momento, España todavía no era “socio” de la L.I.A. Justo tras el
logro del Plus Ultra, pasó a formarse la Sección Española de la Liga
Internacional de Aviadores, que fue presidida por Alfredo Kindelán, con Ramón
Franco y Joaquín Lóriga como vicepresidentes, tesorero Francisco Ansaldo, y
Secretario Jacobo de Armijo.
El siguiente vuelo premiado lo fue en el
continente africano. La lejanía con España y la necesidad de explorar África
hizo que ya en 1926 Guinea recibiera la primera expedición aérea, a cargo de la
Patrulla Atlántida, formada por tres hidroaviones Dornier Wal que al
mando del Comandante D. Rafael Llorente Solá amerizó el día de Navidad
en la rada de Santa Isabel de Fernando Poo con su hidro bautizado “Valencia” (copilotado
por Teodoro Vives y con el sargento Navarro como radio) después de haber salido
de Melilla y realizar escalas en Casablanca, Las Palmas, Port Etienne, Dakar,
Conakry, Monrovia, Abidjan y Lagos. Completaban la patrulla el hidro pilotado
por los capitanes Jiménez Marín y Rubio, a los mandos del “Andalucía” y el
hidro de los capitanes Antonio Llorente y Martínez Merino “Cataluña”, en el que
asistían el capitán de ingenieros Antonio Cañete y el mecánico soldado
Madariaga. Este raid, que también tenía como misión la realización de diversos
cometidos aero-fotográficos, supuso para su comandante el reconocimiento de la
Asociación Internacional de Aviadores que le otorgó el Trofeo Harmon de 1927
por haber regresado a su base con su patrulla íntegra después de haber
recorrido más de 15.000 kms. Esta hazaña consiguió también el segundo puesto en
el trofeo Harmon internacional.
Arriba,
portada de la Revisa AÉREA de Enero de 1927, dónde se cuentan las gestas de la
Patrulla Atlántida. (Fuente, hemeroteca digital de la BNE.). Abajo, portada de
la revista MOTOAVIÓN número 61, de 25 de octubre de 1930, en la que podemos ver
a Cipriano Rodríguez y al teniente Carlos de Haya. (Fuente, hemeroteca digital
de la BNE.).
En
ésta fotografía vemos, el Breguet XIX con el que se consiguieron batir los
récords de velocidad. (Fuente, Hemeroteca digital de la BNE).
Entre 1929 y 1930,
el capitán Cipriano Rodríguez Díaz, junto a un joven teniente de nombre Carlos
de Haya González, batieron con un Breguet XIX “Grand Raid” con numeral 71, una
serie de récords de velocidad: El Récord mundial de velocidad sobre base de
5000km a una media de 208.159km/h.; el Récord mundial de velocidad sobre base
de 2000km. a una media de 220.458km/h.; el Récord mundial de velocidad sobre
base de 2000km. a una media de 220.458km/h. con 500kg. de carga comercial, en
el mismo vuelo se batieron los dos récords. Estos récords le hicieron acreedor
a Haya del diploma de honor y la medalla de oro de la
liga internacional de Aviadores de ese mismo año, el Harmon Trophy,
correspondiente a 1930.
El Harmon de 1931 (medalla y diploma de honor) también
fue para Carlos de Haya con motivo de su Raid a la “Guinea española”. El
día de Navidad de 1931 aterrizaron en Bata, procedentes de Sevilla, Carlos de
Haya y Cipriano Rodríguez Díaz (apodado de formar cariñosa “Cucufate”, quizás
por su escasa estatura), que atravesaron en vuelo directo y rectilíneo el
desierto del Sáhara a bordo del mismo Breguet XIX «Gran Raid» con el que se
habían conseguido los récords de velocidad el año anterior. La proeza llegó después
de recorrer 4.572 kms. Fue la primera ocasión en la que en vuelo directo se
enlazó la península con la entonces colonia de Guinea.
En 1933, dos españoles consiguieron el Trofeo Harmon,
lamentablemente no se les pudo entregar. En
1932 se proyectó lo que, por vez
primera se haría: cruzar el océano Atlántico desde Sevilla (España)
hasta Camagüey (Cuba) sin paradas intermedias.
Los pilotos elegidos fueron Mariano Barberán y Joaquín Collar, y
como mecánico de abordo tenían al sargento Madariaga, usando un avión
sesquiplano Breguet XIX, Superbidón bautizado “Cuatro Vientos”. El viaje se inició el
sábado 10 de junio de 1933 en el aeródromo de Tablada (Sevilla), aterrizando
con éxito al día siguiente en el de Camagüey. Tras concluir el viaje
España-Cuba de manera exitosa, el avión desapareció por razones aún no
conocidas cuando volaba en un trayecto entre Cuba y México,
durante la segunda parte de su trayecto. Todavía hoy se desconoce
qué ocurrió con el avión y la tripulación. El 22 de abril de 1934, el diario ABC en su página 46,
anunciaba que la Liga Internacional de Aviadores, concedía a título póstumo el
trofeo Harmon, correspondiente a 1933, a aquellos desafortunados pilotos del
“Cuatro Vientos”.
Foto
de Barberán y Collar en Camagüey. A sus espaldas el “Cuatro Vientos”. (Fuente
Internet).
Foto de Ramón Torres mostrando la medalla
del Trofeo Harmon y el diploma acreditativo. Portada de una revista de época. (Fuente
internet).
En 1934, un joven piloto llamado Ramón Torres Guasch,
(que acaba de obtener su título de piloto el 15 de junio del 34), adquirió a
principios de julio una avioneta Potez 43 con motor radial equipada de
monoplaza para poder disponer de depósito suplementario de combustible y con matrícula
EC-AXA, y con ella emprendió, el 22 de noviembre, un viaje en solitario, que
con principio y fin en Barcelona, le llevó a recorrer en un mes 11.160 Km. por
Africa, vía Marruecos, sur de Argelia, Dakar y el Sáhara Español. Pese a no
tratarse de ningún intento de récord, la Federación Aére a Internacional reconoció
el extraordinario mérito del viaje, otorgándole el premio Harmon.
Poco después, el 16 de mayo de 1935, un piloto cántabro
de 21 años que había iniciado un raid en solitario desde Santander a Méjico, aterrizó
en Sidi Ifni. Se trataba de D. Juan-Ignacio Pombo Alonso Pesquera a los
mandos de la avioneta British Aircraft Eagle 2, bautizada como «Santander», y
con la que felizmente completó el raid de 15.970 kms en 76 horas y cinco
minutos de vuelo. Este fue el último galardonado español con tan prestigioso
trofeo.
Pombo con un pie en el estribo de su
avioneta “Santander”. Artículo de Fernando Llorente para el blog Museo Aviación
Militar Española.
Sabemos, también por el artículo de Miguel Angel Pérez,
que otros españoles también fueron merecedores de otros premios “Harmon”, caso
de Juan de la Cierva, que obtuvo la “medalla extraordinaria” de 1928, o los
capitanes Jiménez e Iglesias, que obtuvieron la medalla de plata del premio
Harmon en 1929. Volviendo a lo que nos ocupa, al trofeo. Al parecer, son varios
diseños, uno para cada categoría, destacando el que corrió a cargo de una joven
artista de Georgia, la princesa Isabelle Roussadana “Roussy” Mdivani (1909-1938),
que, curiosidades de la vida, estaba casada desde 1928 con el pintor español
Josep María Sert; y el del belga Godofroid Debrese, al que nos referiremos más
tarde por ser el que nos interesa. Para las “Secciones Nacionales” (caso de la
española), el diseño de la figura original, así como de los medallones, corrió
a cargo de Godofroid Devrese, que era un escultor y Medallista, belga, nacido
en Courtrai el 19 de agosto de 1861, quién, además de producir más de 200
medallas, también realizó bajorrelieves, estatuas de animales y
monumentos, falleciendo en Bruselas en 1941.
Roussadana Mdivani junto a su diseño en una
publicación de época. (Fuente: internet)
La escultura de Devrese, representa a dos figuras aladas, una sobre otra, ambas
sobre una bola terráquea que aparece flotando en un mar de nubes. Todo este
conjunto se asienta sobre una base octogonal. Está moldeada en seis
piezas. La parte más grande incluye la base octogonal, un globo terráqueo
y los cuerpos de las dos figuras humanas aladas. Las otras cinco partes
son las cuatro alas y las piernas de la figura superior.
Sabemos por el artículo de D. Miguel Ángel Pérez, que la escultura confeccionada
para la Sección Española de la L.I.A., (la escultura original), se encuentra en
el Cuartel General del Aire, mide 92 cm. de alto, y “en su base están
grabados varios renglones: «1926 COMANDANT FRANCO/ 1927 COMANDANT
LLORENTE/ 1928 /1929/1930/1931», los últimos años en blanco. A la izquierda
figura «L.I.A» y a la derecha «HARMON TROPHY AMERICAN PILOT N-6 F.I.L.»,
finalmente a ambos lados de la peana aparecen más años en blanco hasta 1939”.
Al parecer, en el trofeo se hace referencia
a Clifford Harmon como titular de la licencia Aeronáutica
Internacional número 6 de la Federación (en los
primeros días de la aviación, antes de la licencia nacional de pilotos,
licencia sobre una base deportiva fue realizada por la FAI). Al otro lado
de la base está inscrito "LIA", una referencia a la Ligue
Internationale des Aviateurs.
En cuanto a la medalla (más bien medallón), ésta
tiene un diámetro de 7,5 cm. y lleva incluido un prendedor para anilla. En el
anverso, Devrese (autor también, sin duda, de dicha medalla) reprodujo en
relieve la escultura a la que hemos hecho referencia. En el reverso, figura a
modo de círculo perfecto, la siguiente leyenda: en la parte superior LIGUE
INTERNATIONALE DES AVIATEURS, y en la parte superior, MEDAILLE D´HONNEUR. El
centro de este reverso se reservaba para poner el nombre del agraciado y el año.
Concretamente, en el medallón que nos ocupa, se grabó en su parte central la
siguiente leyenda: ELIGE A CARLOS DE HAYA Y GONZÁLEZ COMO SU CAMPEÓN AVIADOR DE
LA SECCIÓN ESPAÑOLA. 1932 (1932 es el año de concesión, pero el premio es de
1931 como figura en el Diploma de Honor).
Hasta aquí, es todo lo normal que debería haber
en uno de estos medallones, pero Carlos de Haya, que era todo un caballero,
mando grabar en el espacio central sobrante de la medalla la siguiente leyenda:
A CUCU EN RECUERDO DE NUESTRO VUELO A GUINEA, fdo. HAYA., en clara alusión a
que el premio era merecedor también su nombrado compañero Cipriano Rodríguez
alias “cucufate”. Según nos refiere Miretxu, esta medalla, la entregó Haya a
“Cucufate”, y tras el fallecimiento de ambos durante la Guerra Civil, la viuda
de “Cucufate” le devolvió el obsequio en un más que hermoso gesto, a la viuda
de Haya. Pero, ¿si este premio consistía en una única medalla entregada, porqué
han aparecido recientemente dos piezas más?
Como el lector podrá apreciar en las imágenes de
las citadas piezas (en color al final del artículo), las mismas no tienen la
calidad de la original (en blanco y negro, también al final del artículo). En
una de ellas no se lee la leyenda, en la otra, aunque si se lee bien, se
aprecian puntos inacabados. La explicación la encontramos en que ninguno de los
dos medallones es original. Según nos dicen sus actuales dueños (quienes
prefieren permanecer en el anonimato), estas piezas están hechas en un metal
blando llamado “calamina”, bastante usado para pruebas de taller. Por lo tanto,
creemos que estas dos piezas son “pruebas de taller”.
Nuestra hipótesis (sólo es una hipótesis para
intentar desentrañar el porqué de la existencia de más de una de estas
medallas), es la siguiente: Carlos de Haya, para agradecer a Cipriano Rodríguez
toda la ayuda y colaboración prestada, tanto en los récord de velocidad como en
el viaje a Guinea, debió encargar a algún artesano español una copia del
medallón a fin de obsequiar a su amigo. El artesano, seguramente, debió
realizar un molde en escayola (o arcilla u otro material de uso en la fundición
de estas piezas) del original. Desconocemos si sobre el molde escribió la
leyenda “A CUCU EN RECUERDO…” y lo firmó, o lo hizo directamente en el original
o en una de las copias.
El artesano, como es lógico, debió hacer varias
pruebas con el molde en el citado material (calamina), corrigiéndolo en los
defectos apreciados, hasta que le gustó el resultado, procediendo a
confeccionar un nuevo medallón idéntico al original. Esta hipótesis explicaría
la existencia de tal cantidad de copias, pues junto a las dos que salieron
recientemente a la venta, existe otra en poder de la familia (entendemos que la
original) y otra (u otras dos) en el Museo del Aire, pues allí estaban hace
unos años en la vitrina de Carlos de Haya. Quizás sea esto, o quizás otra cosa,
el caso es que existen varios medallones idénticos. Esto da que pensar…, y si
estamos en lo cierto, a saber si todavía hay más pruebas en algún antiguo
taller de orfebre!!!!
Nuestro agradecimiento a Miretxu de Haya
y a D. Jesús M. García, que han aportado datos imprescindibles para la
confección de este artículo.
NOTA DE LOS AUTORES.
Tras
la publicación del artículo, nos ha llegado noticia de que, en los años 80, la
familia Haya donó copias de las medallas de Carlos de Haya al Museo del
Aire…por lo tanto, otra explicación plausible es que las copias que han aparecido,
podrían ser pruebas, no de época, sino para conseguir copia de esas medallas
donadas al Museo. Según Miretxu, su tío Fernando de Haya (hermano de su padre),
se encargó de la gestión con el Museo y le parece bien esta explicación, así
que la damos por buena y dejamos el caso cerrado…..
ÁLBUM FOTOGRÁFICO.
Diversas imágenes del
trofeo Nacional español, dónde se puede observar la firma del escultor Godofroid Devrese, los años y los dos
primeros campeones españoles, Franco y Llorente. (Fuente Internet).
Arriba
y abajo, las dos copias en calamina localizadas. Como puede apreciarse, en la
primera se intuyen (más que se ven) las letras del centro de la medalla,
mientras que en la de la parte inferior ya aparece la medalla prácticamente
terminada.
Fotos
en b/n del anverso y reverso de la Medalla que posee la familia de Carlos de
Haya. Fuente: http://www.carlosdehaya.com/records.htm
Diploma de honor de la
L.I.A. a Carlos de Haya por su viaje Sevilla-Bata. Alrededor, se pueden
observar las diversas distinciones que comprendía el citado Trofeo Harmon.
Fuente: http://www.carlosdehaya.com/records.htm
La otra medalla de
honor ganada por Carlos de Haya por sus
récord de velocidad y la carta de concesión firmada porHarmon.
Medalla de la Sección
Alemana que como vemos es de igual tipología que la Española. Fuente: internet.
BIBLIOGRAFÍA
Y FUENTES
- Hemeroteca digital de la
Biblioteca Nacional de España.
-Artículo en este mismo Blog de D. Fernando Llorente: AVIADOR JUAN IGNACIO POMBO ALONSO PESQUERA, ÚLTIMO RAID DE LA AVIACIÓN
ESPAÑOLA
-
Belarde, J. (1995): “Aviones
españoles del Siglo XX”, Fundación Infante de Orleans.
-
Gismera Velasco, T. (2008): “El vuelo
del Cuatro Vientos. La última azaña”. Vision Libros.
-
Pérez Arias, J.M. (2018) “La aviación en las
antiguas colonias españolas de Africa”. Revista RESCATE, pp. 13-18.
-
Pérez
González, M. A. (2019): “El Trofeo Harmon”, número 37 de la Revista de Historia
Aeronáutica AEROPLANO, pp. 92 a 103.
-
[1]
Años después se publicó un libro titulado “De Palos al Plata”, y escrito por el
propio Comandante Franco junto al capitán J. Ruiz de Alda, narrando aquella
gesta.
[1]
Se trata de dar unos apuntes generales, pero cabe animar al lector a
profundizar en la historia de este trofeo, que sin duda marcó una época, en el
completísimo artículo de D. M. Angel Pérez González, titulado: “El Trofeo
Harmon”, publicado en el número 37 de la Revista de Historia Aeronáutica
AEROPLANO, correspondiente a 2019, pp. 92 a 103.
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